Una de cada cuatro familias no se implica en la educación de sus hijos
Una de cada cuatro familias tiene una implicación muy baja en el proceso educativo de sus hijos entre 0 y 6 años. Así se desprende del VI Estudio de Opinión sobre la Educación Infantil en España elaborado por la Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE) correspondiente a 2018, y en el que han participado 356 educadores andaluces.
El 25,5% de las familias españolas tiene una implicación “muy baja” en la educación de sus hijos durante los primeros seis años de vida, por un 20,5% con una implicación baja; un 20% una implicación media y un 22% y 12% una implicación alta y muy alta, respectivamente.
Según este trabajo, en el que colaboran los principales agentes de la Educación Infantil en España, entre ellos 356 maestros andaluces, la implicación de las familias cuando sus hijos acuden por primera vez a un centro infantil es alta debido a las necesidades asistenciales del niño, pero disminuye conforme los pequeños adquieren autonomía y no se presta atención a la parte educativa, que se delega en los maestros.
Elvira Sánchez Igual, directora de comunicación de AMEI-WAECE y principal responsable del estudio: “este informe nos permite obtener una visión panorámica de la Educación Infantil en España y extraer conclusiones que deben servirnos como hoja de ruta para mejorar en el progreso de los más pequeños. Por sexto año consecutivo esta asociación pone negro sobre blanco en las fortalezas y debilidades de nuestro sistema educativo en edades tempranas”.
El informe de AMEI-WAECE observa falta de trabajo en equipo entre educadores y familias: “la labor educativa empieza siempre en la familia. Los educadores y maestros de Infantil deben compartir con ellas esa responsabilidad, completando y ampliando las experiencias formativas que los niños y niñas adquieren en el marco familiar”.
En esta línea, la asociación también señala que el trabajo conjunto debe servir para lograr determinados hitos como el abandono del pañal, la retirada del chupete o la autonomía a la hora de comer, y que se necesita que el centro y las familias tengan las mismas pautas de actuación.
Otro de los debates gira en torno a la adecuación de horarios. Según el estudio, existen puntos de desencuentro entre familias y educadores porque los maestros reclaman horarios adaptados a la labor educativa mientras que perciben que las familias demandan una mayor flexibilidad horaria por las circunstancias sociolaborales. AMEI-WAECE pide que no se hable de horarios adaptados a los padres y refuerza la idea de “horarios adaptados a los niños”.
Apoyo de las Administraciones
En cuanto a la percepción del compromiso y la voluntad política con la Educación Infantil en España, el estudio de AMEI-WAECE arroja resultados dispares entre el primer (0-3 años) y el segundo ciclo (3-6 años).
Mientras que en la primera etapa el 55% de la comunidad educativa piensa que el compromiso es bajo o muy bajo por parte de las administraciones, por un 26% que lo considera alto o muy alto, en la etapa 3-6, el 50 % de los encuestados considera que la implicación política es alta, por el 22% que la ven baja.
Más igualdad hay entre ciclos en lo que se refiere a recursos disponibles del profesorado. Según el trabajo no existen “diferencias significativas” entre una etapa y otra, y en ambos casos los encuestados reclaman la figura del profesor auxiliar para “asegurar una atención adecuada”, especialmente en las aulas de 0 a 3 años, consecuencia además del elevado ratio niños/maestro/aula.
El informe señala que el 76% de los educadores infantiles considera que el ratio del primer ciclo 0-3 no es el adecuado, por el 56% que lo considera para el segundo ciclo.
Al mismo tiempo, se defiende una mayor liberación de los maestros en tareas administrativas que les permitan mejorar su labor educativa en el aula, y se alerta sobre otras necesidades como la renovación de espacios, mobiliario y medios materiales y de equipamiento en los centros educativos.
Etapa obligatoria y disminución de la ratio
El estudio ahonda en aquellos aspectos que deben cambiar en la Educación Infantil y defiende aquellos elementos que funcionan dentro del sistema siempre bajo la premisa de que la Educación Infantil debería ser una etapa obligatoria de carácter educativo y no asistencial de calidad.
La comunidad educativa de infantil exige a su vez una revisión de los contenidos y las metodologías de trabajo actuales. De hecho, 2 de cada 3 docentes encuentran poco realista o inadecuado el currículo de infantil.
El 73% de los maestros alertan del proceso que han denominado “primarización de la etapa”, que consiste en entender el segundo ciclo como un prólogo hacia la etapa de Primaria, con contenidos, principios metodológicos y criterios de evaluación que merman la identidad y autonomía de la etapa de Educación Infantil. Esta etapa, añaden desde AMEI-WAECE, “no puede ser un adelantamiento de contenidos para llegar a Primaria con competencias concretas porque de esta forma no se tienen en cuenta los diferentes ritmos evolutivos de cada niño”.
La lectoescritura y la iniciación en segundas y terceras lenguas lleva a los maestros a considerar cada vez más “necesario” un espacio específico para el desarrollo de las emociones y la educación en valores. El 83% afirma dedicar más tiempo a la lectoescritura, la lógico-matemática y el aprendizaje de un segundo idioma, y no poder centrarse correctamente en los aspectos emocionales y de valores.
En esta línea, la comunidad educativa de infantil no considera que exista una buena coordinación entre ciclos. Pese a la mejor percepción respecto al cambio de Infantil a Primaria, el estudio revela que existe la opinión mayoritaria de que se puede hacer más entre los ciclos de infantil. Así, el 55% de encuestados considera baja o muy baja la coordinación entre estas etapas, por el 26% que la consideran buena.
Juan Sánchez Muliterno, presidente de AMEI-WAECE, concluye que “la primera infancia es una de las fases más importantes e influyentes en la vida de cualquier niño, especialmente durante los primeros 1.000 días”. En esta etapa se instauran las bases fundamentales del desarrollo de la personalidad, se conforman los hábitos, habilidades, conocimientos y capacidades que se desarrollarán y perfeccionarán en las sucesivas fases de la vida de cada niño. Es la etapa más determinante, pero como podemos ver todavía no parece ser tan importante como el resto”.